sábado, 29 de agosto de 2009

Entre la Verdad y la Mentira

Por: Yasmeli Pernía

ondasinfantiles@hotmail.com

Son muchos los tropiezos que enfrentamos en la cotidianidad doméstica para subsistir ante las adversidades, sólo cuando entendemos lo importante que somos como seres humanos, podemos enfrentar con suma fortaleza y dignidad dichas adversidades. En diversas ocasiones tropezamos con una realidad que nos sorprenden, y que además, se convierte en una gran farsa, pues no se asemeja a lo que verdaderamente deseamos todas las personas por naturaleza humana, seres en convivencia con la sociedad en mejor y mayor calidad de vida.
Pero inmersos en ambientes, creados por una incultura anglosajona heredada de cientos de años, en la que usurparon la identidad originaria de este pueblo aguerrido ABYA-YALA, aniquilando nuestros valores innatos de pueblo, nos pareciera muchas de estas realidades falsas, como hechos normales, y no terminamos de darnos cuenta, cuan daño viene haciendo esta incultura a los pueblos de América, la seguimos repitiendo, y la seguimos justificando.


La sociedad latinoamericana se desenvuelve en un entorno de "doctrinas importadas" que ha imposibilitado el conocernos a nosotros mismos, a esto se le suma el bombardeo propagandístico mundial, para reflejar como certero, lo que viene atentando contra la dignidad y la moral colectiva. La imposición de un sistema que atropella lo más sublime de las personas, hasta convertir tus pensamientos, tu espíritu, tu cuerpo y tus creencias en solo un bien de mercado que beneficia en el intercambio económico, solo a una pequeñísima porción mundial de familias, que viven en la exuberancia, la vanidad, la falsedad y la hipocresía. Pero en su esencia no terminan de entender la importancia de la vida y la alegría de vivir.

Cuantos somos los que observamos con majestuosidad la obra perfecta de la Madre Naturaleza, cuántos somos los que respiramos alegres por el nacimiento de un niño y las sonrisas de muchos otros, cuántos somos los que amamos la obra inmaculada del Ser Supremos y agradecemos cada día poder disfrutarla.

Verdaderamente somos muchos, yo diría que casi todos, solo que no nos hemos dado cuenta, como referí anteriormente, que ciertamente existimos para alegrarnos de la vida. Y en este proceso de darnos cuenta de las cosas, siempre está la presencia de quienes invocan a gritos las virtudes de dicho sistema añejado y putrefacto, que ciertamente viene en decadencia, pero que hace fuerte y voraz resistencia a su muerte.


Dónde estamos ahora? envueltos en una red de tela de araña, atrapados entre la verdad y la mentira que confunde para golpear muy fuerte la conciencia ante la ignorancia, así de sencillo es, el poder reconocer que verdaderamente lo que golpea nuestra bella población es la asquerosa ignorancia y el facilismo de alimentarla para no reconocer nuestros principios originarios, porque el sistema nos enajena de ellos, porque el sistema nos consume y nos agota para que no podamos pensar en ello y porque el sistema, como feroz bestia golpea el espíritu para destruirlo, hasta hacerlo trizas, y desaparecerlo.


Esa realidad verdadera que no se escucha, que no se habla, que no se busca, que no se alcanza, es esa verdad que se disfraza y se esconde con apariencias para que no se vea.


Allí estamos, ese es el punto en que hoy nos encontramos, unos queriendo decirla, otros ansiosos de callarla, los primeros haciendo resistencia de tan cruel sistemas y otros disfrazándolo de bondad, bienaventuranza; los primeros, porque saben que de ella solo queda un sabor amargo, los segundos porque se amparan en el sabor amargo para mantenerla

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