miércoles, 16 de septiembre de 2009

" CARADURAS "

por Virtin

15-9-09

El que entrega los recursos naturales de su pais a las multinacionales extranjeras y su territorio para instalar 7 bases militares es un patriota. Los que luchamos contra ese hecho somos apátridas.

Los que reprimen violentamente en las manifestaciones pacificas son guardianes de la ley y los que protestan en defensa de sus intereses cada vez mas reducidos son terroristas y aliados de los bandoleros.

Los que son los primeros en poner 7 bases extranjeras norteamericanas en territorio colombiano, se escandalizan por el armamento que ha comprado Brasil y Venezuela.

Jan Kelly, vocero del Departamento de Estado dijo ayer que EE.UU estaba preocupado por el incremento en la compra de armas por parte de Venezuela ( no menciona a Brasil ) y llama a ser transparente al gobierno venezolano ya que se puede desencadenar un conflicto armado en la región.

Hoy Hilary Clinton dijo mas o menos lo mismo.

Utilizando la lógica que tiene cada ser humano en su haber, uno puede preguntarse quienes fueron los primeros en tratar de desestabilizar la región.

¿ No han sido los gringos y Uribe que al instalar esas 7 bases que apuntan al petróleo del Orinoco en Venezuela o a la Amazonia de Brasil o al gas de Bolivia los culpables de peligrosa carrera armamentista que se empieza a disparar en el Continente ?

Todos sabemos, la experiencia histórica lo demuestra, que donde hay bases militares extranjeras no se garantiza la paz, la democracia y la seguridad de nuestros pueblos y de nuestros recursos naturales.

La lucha contra el narcotrafico y el terrorismo es un sofisma de distracción que trata de ocultar el verdadero objetivo del copamiento militar norteamericano del territorio colombiano

Que nadie se llame a engaño. El objetivo son las inmensas riquezas que tiene nuestro suelo y que son consideradas por Estados Unidos como vitales para su supervivencia.

Es indudable que el Imperio tiene temor del avance de las fuerzas progresistas, democráticas y liberadoras en nuestro patio, al que siempre han considerado y tratado como suyo. Pero esta vez se equivocaron de coyuntura y los tiempos son otros, pertenecen a nosotros y no a ellos.

Gabriel Silva, nuestro flamante Ministro de Defensa, también critica la compra de armas y parece ignorar que vive en el pais de mas desplazados e indigentes, de mas violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, de los falsos positivos y chuzadas, de amenazas a jueces de la Corte Suprema de Justicia, de asesinatos a sindicalistas, periodistas,defensores de derechos de humanos,lideres indígenas y campesinos,perfidia y crímenes de Estado como el de Alfredo Correa de Andreis que pronto se cumple un nuevo aniversario del crimen ordenado por el DAS a los paramilitares de Jorge 40. Gabriel Silva se olvida de todo eso y dice

" que esos millones que se gastan en defensa debería invertirlo en los pobres de Venezuela ".

Le habrán entregado ya a Silva lo que gasta Colombia en una guerra que parece no tener fin. ¿ Sabrá Silva que Venezuela es un pais libre de analfabetismo y que su educación y salubridad esta gratuitamente al alcance de todos ?

Decía al comienzo que el Imperio tiene temor y es cierto, pero también es cierto que cuando tiene miedo es mas peligroso, capaz de cometer cualquier aventura bélica como ayer lo hizo en Vietnan, Irak y Afganistan y hoy puede hacer pelear entre hermanos, unidos por grandes lazos desde los comienzos de nuestra independencia, colombianos contra venezolanos, o contra ecuatorianos, bolivianos o brasileños.

La perla periodística la dio nuestro canciller al decir que va a ir a la reunión de UNASUR a decir " que esta haciendo la región por la paz en el continente ".

Ellos, los caraduras, los que siguiendo las ordenes del Pentágono fueron los que crearon la desconfianza y la inestabilidad en el Continente son los que harán de " jueces y policías " de lo que hacen los países hermanos por la Paz y que viviamos en paz.

Latinoamerica y el Caribe sera diferente con las bases norteamericanas en territorio colombiano.

Vivimos momentos de incertidumbre y sabemos que de la vida a la muerte no hay mas que un paso, como hay un paso tambien de la paz a la guerra. Percibo una fuerte polarización de las fuerzas políticas dentro de Colombia y fuera de su territorio.

Pienso que todos debemos ser responsables en la búsqueda de la paz.........Hay que insistir en ella hasta que se nos vaya la vida. Claro esta, que se le cierra todos los caminos a la violencia si la paz se realiza con justicia social.Porque mientras no haya justicia social, trabajo, salud, educación,vivienda, tierra para todos,la búsqueda de la paz será siempre un camino escabroso.

Dejemos que los caraduras con los medios de comunicación que le hacen coro, digan las barbaridades que dicen como si vivieran en otro planeta, ajenos y ciegos a una realidad circundante que clama por paz, soberanía y justicia social.

Los que de verdad ansiamos la paz con justicia, tenemos que unirnos, organizarnos, movilizarnos.

La quietud es la paz de los sepulcros y esa no es nuestra paz ni es nuestra bandera.

Ya se volvió un habito en mi cerrar estos sentimientos hechos articulo con una frase, esta vez, de Jose Marti. " Libertad,es decir independencia, pero con justicia, y no con una parte de ella sino con toda ".

Ofensiva macabra de la oligarquía mediática

Semiótica de la muerte y la “narcocultura” en los mass media y la farándula informativa

Fernando Buen Abad Domínguez

Rebelión/Fundación Federico Engels/Universidad de la Filosofía

Armarse hasta los dientes también con mass media

Con el pretexto, nada inocente, de “informar” sobre la “guerra contra el narcotráfico”, y la “inseguridad”, que azuelan rentablemente a los pueblos latinoamericanos, las televisoras de las oligarquías se solazan, sin empacho, entre baños de sangre y espectáculos de cadáveres. Todos narran idéntico su placer, nada oculto, por exhibir víctimas ensangrentadas a destajo y para levantar las banderas de sus moralejas militaristas y represivas. Todos anhelan liderar el paraíso alienante en el que, a punta de pavor mediático, se justifique cualquier alianza, cualquier invasión, cualquier violación de los derechos humanos con el pretexto de luchar contra el “crimen organizado”. En décadas de saliva, gastos descomunales y muertes a mansalva, los resultados son paupérrimos. Hoy su “Alma Mater” son las bases militares yanquis en Colombia.

Todos, los burgueses, quieren más presupuestos y más “fuerzas del orden”, todos quieren más “asesores” extranjeros, más aplausos monetarios de la DEA y más presencia militar en las calles. Para eso han creado el monstruo mass media insaciable que, a mañana, tarde y noche, exhibe sin control escenas inenarrables de barbarie y desmoralización social. ¿Quién los frena? ¿Quién regula u ordena su discurso? ¿Quién pone por encima de este negocio macabro la salud mental de los pueblos, la integridad emocional de los niños, la salud colectiva de los imaginarios sociales? ¿Acaso el neoliberalismo mass media?

Esta forma del “Terrorismo Mediático”, envuelto en túnicas legalistas, oscila sus ambigüedades simbólicas entre la urgencia de control efectivo y contundente (que sólo los pueblos deben ejercer) y la tarea ideológica burguesa que camufla con filantropía de mercenarios su ofensiva de miedo contra el malestar social. Y entonces todo son excesos de obscenidad y pornografía “noticiosa”. Todo es exceso, demasiados militares de espalda a sus pueblos, demasiados operativos, demasiados crímenes en las pantallas, las radios y los periódicos de las oligarquías. Y aun así, ineficiencia, incapacidad e inoperancia. El crimen crece y se vuelve espectáculo... y se vuelve negocio, los anunciantes apuestan al raiting de la sangre.

“Censura” gritan las oligarquías mediáticas cada vez que uno exige medidas jurídicas, culturales o políticas para democratizar los medios y frenar sus abusos. Violación de la “Libertad de Expresión” proclaman los negociantes burgueses de los “mass media”, cada vez que uno exige que cumplan con su “Responsabilidad Social” y cesen en su ofensiva patológica contra la sensibilidad de los destinatarios. “Acoso”, patalean los lebreles de la “información” cada vez que uno se niega a seguir siendo esclavo o rehén de sus demagogias “periodísticas”. Los delincuentes de la cultura de masas capitalista, armados con cámaras y micrófonos, se hacen pasar por víctimas toda vez que el hastío y el asco social se torna en denuncia contra sus latifundios de impunidad. No dejaremos de insistir.

Luego de meses y años de ensayar su fórmula macabra de exhibicionismo criminal los mass media se han vuelto cómplices de la “cultura del narco”. Y los estragos atemorizantes (por señalar sólo lo menos) dejan huellas que son de suyo objetos de estudio y frentes de lucha social nuevos. Es imposible ser indiferentes. Los efectos de la “narcocultura” son realmente preocupantes, la burguesía mass media lucra de manera chantajista con el miedo real de la población.. Tal lucro mediatizado es un síntoma visible de descomposición capitalista. Todos los días, a todas horas se exhiben escenas de asesinatos, secuestros, extorsiones, robos y episodios de personas decapitadas y tal espectáculo de real barbarie son consecuencia de un sistema que produce pobreza, crisis de salud pública, educación paupérrima y corrupta, carencia de vivienda y destrucción del empleo. Y por colmo sistema económico y social que genera criminales disfrazados de empresarios y multimillonarios cómplices del saqueo y la explotación. El capitalismo sangriento que obliga a la población a convivir desaforadamente con la industria del narco desde su producción, distribución, consumo y consecuencias asesinas.

Tal es la base material del “crimen organizado” que cierra posibilidades a miles y miles de personas inocentes que, de un modo u otro, son víctimas del consumo y del acarreo, y además, pagan con sangre su situación de rehenes mientras por los bancos circulan las millonadas que tocan a gobiernos, ejércitos, policías y mass media. Quien intente probarlo es cadáver de inmediato con espacio televisivo asegurado. Circo redondo. El fondo real del asunto es usar los llamados medios de comunicación para endurecer las políticas represivas, la política de silenciar a los pueblos, amedrentarlos y hacerlos causa primera y última de más inversiones para militarizar a los países. Endurecer la represión contra el movimiento obrero

La clase obrera es mucho más poderosa

Los mass media como herramienta de la burguesía sostienen una guerra simbólica que legitima a la industria del narco y que saca dividendos convertidos en armas represoras de todo tipo, incluso mediáticas. Es necesaria una dirección marxista contra los latifundios semióticos, con base en el movimiento obrero, para tomar el poder de los mass media y derrotar la ofensiva burguesa alienante y militarizada. Cada vez esta más claro el problema de seguridad nacional que comporta la alianza mass media y barbarie. Cada vez esta más clara la necesidad de discutir y combatir continentalmente la concentración monopólica de herramientas mediáticas para descarrilar la voluntad democrática de nuestros pueblos. Cada vez esta más clara la urgencia de una Cumbre Latinoamericana en materia de Comunicación y las tareas de una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Tenemos enfrente la Guerra de IV generación y el pretexto burgués de la lucha contra el narco para armarse hasta los dientes contra las revoluciones nacientes. Eso no lo dicen en la “tele”... los trabajadores lo saben.


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Dr. Fernando Buen Abad Domínguez


El colonialismo cabalga de nuevo



A partir del año 2010 llegarán los bicentenarios de la independencia de los países latinoamericanos. Visto lo ocurrido en anteriores efemérides, como en 1992 con los 500 años de la conquista, habrá polémica en torno a la historia y las explicaciones que se dan del pasado. Aportamos una reflexión.

Hace tan sólo cinco años nadie consideró oportuno celebrar el bicentenario de uno de los hechos más trascendentes de la historia moderna: la primera revolución negra triunfante en el mundo. Cuando los esclavos comandados por Toussaint L’Overture expulsaron de Haití a los colonizadores franceses, en nombre de los mismos ideales que en 1789 habían llevado al “Tercer Estado” a derrocar a la monarquía, sólo obtuvieron recelos y rechazo de los revolucionarios de la metrópoli.

Mulas

Las palabras del conde de Mirabeau merecen ser recordadas. Cuando desde la colonia recién liberada se consultó a las autoridades rebeldes sobre la participación de sus habitantes en la elección de la Asamblea Nacional, los revolucionarios franceses respondieron a los revolucionarios haitianos que los derechos del hombre y del ciudadano no se extendían a los negros, por la sencilla razón de que (aún) no eran ciudadanos. Mirabeau fue más lejos al pedir a la Asamblea Nacional que recordara a los haitianos que “al calcular el número de diputados que corresponden proporcionalmente a la población de Francia, no tomamos en consideración ni el número de nuestros caballos, ni el de nuestras mulas”.

Algo muy similar ocurrió respecto a la revuelta andina de 1780, dirigida por indios y ejecutada por indios, cuyo bicentenario no fue merecedor de fastos pese a constituir un claro antecedente de la liberación de las colonias que sobrevendría tres décadas más tarde. Sus líderes más conocidos, Tupac Amaru, Tupac Katari y Bartolina Sisa, siguen siendo referentes de segundo nivel frente a los “libertadores” como San Martín y Simón Bolívar, pese a que estos jamás hubieran podido triunfar sin el debilitamiento del colonialismo provocado por aquellos.
Propias tradiciones

Es cierto que en la década de 1980 los países latinoamericanos estaban gobernados por férreas dictaduras militares, que en modo alguno estaban dispuestas a revisar sus preconceptos sobre la historia. Pero llama la atención que las izquierdas, tanto las del Norte como las del Sur, aún se muestren tan remisas a la hora de poner las cosas en su sitio. En este continente los pueblos originarios se han levantado a lo largo de cinco siglos, aunque de modo más persistente en los 200 últimos años. Sus procesos han sido bien diferentes de los que encabezaron los criollos. En efecto, los indios no se han inspirado en los principios de la Ilustración, sino en sus propias tradiciones. Quizá para las izquierdas sea ir demasiado lejos aceptar que existe una genealogía rebelde y emancipatoria no ilustrada ni racionalista, que aunque no ha merecido mayor atención de las academias y de los partidos de izquierda, está en la raíz del pensamiento y las prácticas ‘otras’ de los oprimidos andino-amazónicos.
Otra genealogía

Sinclair Thompson, en Cuando sólo reinasen los indios, uno de los trabajos históricos más penetrantes sobre la historia rebelde de los aymaras, concluye que “no existe casi ninguna evidencia de que la insurrección panandina estuviera inspirada en los philosophes de la revolución francesa o por el éxito de los criollos norteamericanos”. Por el contrario, los rebeldes de 1780 sustentaron demandas y acciones en sus tradiciones comunitarias y como pueblos, en las prácticas asamblearias, descentralizadas y en el tradicional sistema de cargos rotativo o por turnos. No es fácil aceptar que existe otra genealogía revolucionaria que puede contribuir a fecundar los pensamientos y las prácticas emancipatorias cuando el legado occidental de cambio social, los modos y códigos como hemos practicado nuestras rebeldías, está mostrando límites tan severos como la propia civilización que los produjo. Como mínimo, debería aspirarse a promover entre las dos orillas emancipatorias en las que ha abrevado la humanidad, la oriental y la occidental, diálogos y mestizajes que las fecunden. Indagar en esa dirección es el camino elegido en solitario por el zapatismo y unos pocos otros movimientos del sótano.
Hazañas criollas

Por el contrario, tanto los gobiernos de derecha como de izquierda parecen coincidir en celebrar la gesta de los criollos, que tuvo sus primeros estertores en Bolivia y Ecuador en 1809 y uno de sus momentos de mayor brillo en Buenos Aires en 1810. No hay que ir muy lejos para concluir que se trata de criollos festejando hazañas de criollos, lo que no estaría nada mal si no pasaran por alto la importante ayuda que recibieron Bolívar y Miranda de los haitianos y que en los ejércitos de todo el continente había una buena proporción de indios y mestizos que, una vez conseguida la independencia, fueron las primeras víctimas de los ‘libertadores’.

Con la solitaria excepción de José Artigas, los hoy llamados ‘héroes nacionales’ de las independencias, no hicieron más que utilizar a indios y negros como carne de cañón. Lo peor, pese a todo, vino después, como bien lo puede atestiguar el pueblo mapuche. Las nuevas na- ciones fueron mucho más lejos que los colonizadores en la destrucción de los pueblos originarios, como lo prueba la guerra de exterminio denominada por la República de Chile como “Pacificación de la Araucania”. En ese sentido, los criollos mostraron una decisión genocida mucho más audaz y profunda que sus abuelos españoles y portugueses. Ahí está la guerra de Triple Alianza, donde Brasil, Argentina y Uruguay diezmaron a Paraguay, haciendo el trabajo sucio que demandaba el imperio inglés para derribar las trabas al comercio de un país que buscada su autonomía además de su independencia.
Reconquista

Sería una ironía del destino si los millonarios festejos que se preparan por parte de los ‘iberoamericanos’ estuvieran cofinanciados por empresas como Repsol, Telefónica ENCE o el Banco de Santander, que están jugando un activo papel en la recolonización del continente. Tendría su lógica: una parte sustancial de las ganancias de esas empresas provienen de sus negocios en América Latina, mucho más que de los emprendimientos en los países del norte. Repsol y Telefónica, se beneficiaron de las dudosas privatizaciones de gobiernos corruptos como los del argentino Carlos Menem, a los que repartieron cuantiosos sobornos para hacerse con el botín. Algunos de sus más destacados ejecutivos, así como los think tank de las derechas, se muestran muy activos en ‘promover las democracias’, o sea, en derribar a los gobiernos de Venezuela y Bolivia, así como apoyar a las derechas más ultras de este continente.

Bien mirado, tienen mucho para festejar. En la década de 1990, gracias a la liberalización promovida por el Consenso de Washington, volvieron a cargar oro y plata en sus arcas con la misma fruición que sus antepasados lo hicieron cinco siglos atrás. Ahora, cuando algunos gobiernos, con cierta timidez, les impiden seguir con el saqueo, se dedican a uno de sus deportes favoritos: conspirar, en nombre de la democracia y el libre mercado, contra las decisiones soberanas de los pueblos. Los festejos que se preparan, ¿forman parte de esa conspiración?

Raúl Zibechi. Analista y responsable de Internacional en el semanario uruguayo Brecha
http://www.diagonalperiodico.net/El-colonialismo-cabalga-de-nuevo.html


Venezuela: Dirigente agrario José Pimentel es abaleado por sicarios a las afueras del Inti en el estado Cojedes

Misión Boves / Movimiento Campesino Jirajara para Insurrectasypunto


Es el segundo atentado en lo que va de año, su estado es incierto. A siete meses (4 de marzo) de haber sobrevivido a un primer atentado sicarial, hoy 11 de septiembre a las 12 y media del mediodía, José Pimentel —dirigente agrario del Frente Unido Campesino de San Carlos y del Movimiento Campesino Jirajara— fue nuevamente abatido por las balas del sicariato terrateniente.

Aproximadamente a la misma hora (12:30 del mediodía), y frente al quiosco dentro de las instalaciones del Instituto Nacional de Tierras (INTI) —capítulo Cojedes, un motorizado con parrillero le propina dos tiros mortales al dirigente frente a testigos y a plena luz del día, hiriéndolo de gravedad en la cabeza. Su actual estado de salud es incierto.

José Pimentel ha sido un reconocido dirigente de las luchas del campesinado sin tierra del estado y era uno de los principales promotores de la conformación del Frente Nacional Campesino Simón Bolívar, instancia que pretende articular y coordinar a nivel nacional a todas las formaciones militantes en la lucha por la tierra. Tras el primer atentado la amenaza de muerte ha sido constante y vigente. A pocos días de la primera intentona, Pimentel fue amenazado y amedrentado por cinco sujetos. Frente a la situación, el dirigente solicita protección policial y los cinco ciudadanos pasan a ser averiguados. La Jueza Cuarta de Control del estado Cojedes concede en principio la solicitud de protección. En este punto es importante recordar que en el caso del primer atentado, Wranglelhits Enrique Pacheco, actualmente detenido, es imputado como el autor material del conato y Melquíades García, quien subcontrata a Pacheco para realizar el trabajo, también se encuentra en la actualidad tras las rejas. Y aquí es donde el relato se enrarece: tras evaluar a los cinco ciudadanos la Jueza Primera de Control desestima las amenazas, los cinco ciudadanos son puestos en libertad y se pasa la orden para revocar la medida de protección. Medida que deja en entredicho la posición de ambas juezas.

En el primer caso, se sospecha que el detonante de los atentados fue producto de la lucha llevada a cabo por el movimiento campesino por la recuperación de la finca Manfralex, propiedad de un señor de apellido Toledo. Vox populi, tanto Toledo como un señor de apellido Boulton se le atribuyen la autoría intelectual del primer atentado, y poco descarta que también estén relacionados en el segundo.

Que a siete meses de la primera intentona no se hayan tomado medidas de mayor contundencia se desprende la más clara lectura: la seguridad del proletariado rural no es motivo prioritario para el aparato jurídico y de seguridad cojedeño. Nuevamente queda patente la connivencia acostumbrada entre la ley y los propietarios.

La lista de dirigentes agrarios asesinados por el sicariato paramilitarizado desde la implantación de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario en 2001 ya circunda alrededor de los 220 (contabilizados) en lo que va de año. Esta guerra silenciosa, aunque descaradamente declarada por los terratenientes y sus instancias organizativas (Fedenaga y su presidente Genaro Méndez a la cabeza) se hace cada vez más insostenible, y cada vez queda más en evidencia la orgánica articulación entre el latifundio retardatario y sus diversas manifestaciones: acaparamiento, control de instancias claves del aparato tanto del sector privado como el gubernamental, bien se trate de los tribunales agrarios, la institucionalidad o desde el amplio espectro de actividades desestabilizadoras —tráfico de armas, drogas y gente, empleo de fuerzas paramilitares y parapoliciales y focos de corrupción— ellos no van a retroceder y su accionar es claro y descarnado. Este es, a todas luces, un crimen político.

De cara a la actual coyuntura, con la amenaza imperial en ciernes y con la activación de células paramilitares colombianas en el territorio nacional, cabe hacerse, una vez más, la misma pregunta: ¿Qué hará la Defensoría Agraria, el PSUV, la gobernación del estado Cojedes ante esta amenaza de la que Pimentel es expresión puntera? ¿Nuevamente será revestido bajo el manto de la impunidad? No existe argumento para esgrimir un caso de “ajuste de cuentas”, la típica criminalización no procede. ¿Por cuenta de quién corre la protección del pueblo campesino? La soberanía alimentaria no se circunscribe a la mera producción de la tierra, también se trata del derecho a hacer vida de quien produce la tierra, que es quien la trabaja —los únicos con verdadero derecho de propiedad—, soberanía también implica protección y correcta administración de justicia.

Mientras la plataforma mediática fascista siga disminuyendo y burlando la presencia del paramilitarismo y de su estrecho vínculo con la oligarquía local, más en evidencia quedan de cara a la historia. Nadie puede engañarse, es indudable quiénes son los responsables, lo refleja la lucha de clases. ¿Qué piensa hacer la justicia del Estado?

José Roberto Duque entrevistó al compa para El Correo del Orinoco sobre el primer atentado contra su vida, 72 horas antes de que atentaran contra él por segunda vez. El primer atentado fue el 4 de marzo.



miércoles, 9 de septiembre de 2009

CARTEL DE LAS TRES LETRAS

De manera sistemática la estrategia del presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez para camuflar su relación con el paramilitarismo y el narcotráfico, ha sido a través de la agresión a sus vecinos, contra quienes arremete de manera irresponsable tratando de eludir su problemática interna.

Para comprender su conducta, es necesario recordar un pasaje de su vida, a título de referencia.

Fue Director de Aeronáutica Civil de Colombia en el año 1981. Durante su gris gestión, le otorgó licencia al narcotraficante colombiano Jaime Cardona para que operara la ruta aérea Medellín-Turbo y la autorización para la construcción de un aeropuerto en su hacienda “El 90” en Caucasia. Emitió licencia a una flota de aviones, helicópteros y avionetas propiedad de Pablo Escobar Gaviria y Carlos Lehder con tres hangares en el aeropuerto de Medellín, desde donde transportaban la droga. Autorizó cinco aeronaves al narcotraficante Justo Pastor Rodríguez Gacha y tres a Alfonso Ramón Rodríguez Muñóz. Entre las 562 licencias otorgadas durante su gestión, fueron incautadas por tráfico de drogas: 12 helicópteros, 26 avionetas y 4 aviones, además los organismos de inteligencia al revisar en sus archivos los antecedentes de los titulares, resultaron revocadas 341. Su jefe de planificación fue el Dr. César Villegas, estrechamente vinculado con los Rodríguez Orijuela.

En el libro “Mi vida en el mundo de los caballos” (de impresos litográficos. Medellín 1988) escrito por el jefe del cartel Fabio Ochoa, llena de loas a su padre Alberto Uribe Sierra, y al referirse a Álvaro lo califica como “un exponente de talla presidencial”. Fabio Ochoa fue propietario del famoso restaurante bogotano “La Margarita del 8” y antes que se conociera la identidad del propietario, en la pared del fondo posaba colgada una gigante fotografía donde aparecía Álvaro Uribe con su padre y hermanos.

Hace dos meses, Rafael García ex jefe de informática del DAS, elaboró un documento testimonial que fue entregado a las autoridades de los Estados Unidos, narrando con lujo de detalles su paso por ese organismo de inteligencia y la relación de Uribe Vélez y altos funcionarios de su gobierno con el narcotráfico y el paramilitarismo. Revela que el DAS con el consentimiento de Uribe, conformó una red de narcotráfico y lavado de dólares apoyada por paramilitares del bloque Norte y el frente contrainsurgente Wayúu, para envíos de cocaína a los Estados Unidos, otra ruta: Cartagena- Panamá- la Florida y con el grupo narcotraficante de Hernán Giraldo, la ruta Paraguachón-Punto Fijo, con destino final Centroamérica y el Caribe.

Esta organización fue consolidada en el 2003 y bautizada con el nombre de “El cartel de las tres letras” en alusión de las siglas del DAS. En alianza con la organización narcotraficante mexicana de los hermanos Beltrán Leiva, quién recibía la droga y la trasladaba a la costa este de los Estados Unidos.

Durante los años 2002 y 2003 se introdujeron en Colombia cerca de 100 millones de dólares provenientes del narcotráfico. Manifiesta que asistió a una reunión con el jefe de estado quien le dio la orden de entregar información a las AUC. Admite la existencia de un plan orquestado por el alto gobierno colombiano para conspirar contra Venezuela, ejecutado a través de la infiltración de paramilitares de los bloques Catatumbo y Vencedores de Arauca en nuestro país, para usarlo como ruta del narcotráfico.

Pese la gravedad del informe que desenmascara y deja en evidencia a ese gobierno narco-paramilitar, coincidencialmente continua el silencio, tanto de la casa de Nariño, como de la casa blanca.

Pedro Carreño

pedrocarrenoe@gmail.com

Historicidad, dominación y proyectos. Contra-historia como argumento emancipatorio.

La Historicidad Popular se convierte en dignidad insurgente.

Carlos Rivas.

Carlos_rivas_45@hotmail.com

El hombre no sería hombre sin una memoria del pasado. Más aún, sólo desarrollando su sentido histórico y por virtud de su poder de poner el pasado al servicio del presente, se eleva el hombre por encima de otros animales y llega a ser hombre (Nietzsche).

Cuando nos referimos al devenir de la humanidad, nos encontramos con que los discursos históricos amalgaman y condensan de cierta forma los conflictos que se tejen en el seno de la sociedad. Una sociedad, que parece ser decapitada, por un lenguaje legitimador, que solo ha buscado el establecimiento de los dispositivos, excluyentes y de dominación por sobre una mayoría que se somete (o es sometida) y asume que lo jurídico es un estatuto de “verdad” irrefutable.

Específicamente, en el caso latinoamericano -región en la que pondremos todo nuestro esfuerzo por entender, cuestionar y replantear- visualizamos, que en la época del período colonial, los cronistas de indias en primera instancia y los documentos reales posteriormente, sentaron en papel la estructura social, tal y cómo se desarrollaron las vidas que habitaban las posesiones de ultramar. Documentos oficiales, se convirtieron en la única fuente posible para “hacer” la historia de lo que consecutivamente serían las “Repúblicas independientes” del siglo XIX. Recordemos que la “profesionalización de la historia”, se basaba en la heurística y la hermenéutica, mera interpretación de textos, oficiales por cierto. Con la clara intención de forjar una identidad nacional, que por supuesto era in-imaginada por la sociedad colonial luego de haber estado bajo el orden monárquico por más de tres siglos. Pero el afán de hacer de la historia una “ciencia”, no hizo sino tratar de des-subjetivizar (positivismo científico), un proceso que tenía intenciones claras de ordenamiento social, en donde los significantes y significados, creados por el discurso de la “historia Romana”, parafraseando al Foucault de Genealogía del racismo, formaban parte de la constante lucha por el poder. No solo para conquistarlo, sino para mantenerlo.

Aquella afirmación Rankeana, que aseguraba que el historiador debía –por ética profesional- dejar que la historia hablara por sí misma, o en todo caso, los documentos, se convirtió en la “verdad” más dudosa, la cual fue cuestionada por los historiadores de la llamada Nueva Historia que entran en escena aproximadamente a partir de finales de la década de los años 70 del siglo XX. Por ahora, nuestro problema no es discutir sobre las nuevas corrientes historiográficas. Queremos –o mejor dicho, pretendemos- hacer un acercamiento a los proyectos políticos que se han construido a través de la historia, y cómo esto derivó en un impacto a nivel ideológico en el imaginario colectivo latinoamericano.

Por alguna razón, fueron los ilustrados-intelectuales del siglo XIX, los que construyeron un imaginario nacional, que se separara de la “barbarie” del populacho. Tal es el caso por ejemplo, del Facundo de Sarmiento, el Ariel de Rodó, en Argentina y Uruguay, respectivamente, o los escritos de Juan Vicente Gonzáles o Pérez Bonalde, para el caso de Venezuela. Lo cierto es que el afán por consolidar una identidad hacia una patria naciente y convulsa, que no representaba los verdaderos intereses del pueblo, se convirtió en sí mismo en el proyecto legitimador más castrante por el que ha atravesado nuestra historia como repúblicas “independientes”. Asunto que podríamos complementar con una opinión que sobre el tema tiene Foucault, cuando afirma que: No es cuestión de referir la relativi­dad de la historia a lo absoluto de la ley o de la verdad, sino de encontrar lo infinito de la historia detrás de la estabilidad del derecho, los gritos de guerra detrás de las fórmulas de la ley y la asimetría de las fuerzas detrás del equilibrio de la justicia[1]. Es decir, más allá de los fines de gobernabilidad y “pacificación” de todo este proceso de consolidación nacional, se ha desarrollado una guerra silenciosa y vil, donde se han construido “verdades-Razones”, que tienen mucho de conflictos permanentes, y que en todos los casos, salieron victoriosos unos en detrimento de otros, que por lo general forman parte de la población más numerosa y menos pudiente.

El relato que surge de la pluma del historiador no es lo que vivieron sus protagonistas; es sólo una narración, lo cual permite ya eliminar algunos falsos problemas[2], que se han convertido en “verdades absolutas”. Por ello consideramos importante hacer referencia a la existencia de dos tipos de historia, una escrita por las elites con “H” mayúscula, y otra que subyace en el imaginario y en la memoria colectiva de la sociedad, que aquí denominaremos, historia con “h” minúscula, que se encuentra oculta o que aún está por escribirse; salvando además, que entendemos que esta puede ser una diferenciación peyorativa, pero también es un ejemplo ilustrativo de cómo las elites ven el proceso de construcción de discursos hegemónicos. Y es que no creemos que sea necesario escribirse para que se convierta en una contra-historia (la “h”), lo que si pensamos es que si no se difunde a través del arte (insurgente de por sí), o cualquier otro medio, quedará como hasta ahora, subyacente en la memoria de los pueblos.

Ahora bien, Paul Veyne se pregunta en torno al historicismo: ¿qué es lo que distingue a un acontecimiento histórico de otro que no lo es?[3], y bien podríamos decir que no es sino la subjetividad del historiador la que escoge, con finalidades específicas, de cual o tal acontecimiento es el más apropiado para justificar “causas nobles” o aberraciones por el poder. Más importante aún, ya no es el mero acontecimiento el que describe un proceso histórico, existen otros elementos que nos permiten conocer mejor el desenvolvimiento de una “realidad” social; esto no es nuevo, desde la escuela de los Annales fundada en 1929, por Bloch y Febvre, se vienen planteando nuevas formas de hacer historia.

Volvamos otra vez al tema del historicismo. Con relación a éste, Nietzsche afirma que el proceso histórico no ha terminado ni puede terminar, que la conclusión de la historia no sólo no es posible sino indeseable porque conduciría a una degeneración del hombre, y que la historia no es un proceso racional sino un proceso del todo ciego, demente e injusto[4]. De tal manera que nos encontramos ante una historia construida a sangre y fuego, llena de mentiras y sojuzgamiento, en donde la población se ve en una encrucijada jurídica, que no fue diseñada por ellos mismos, y no es más que el producto de las desigualdades que generó el mismo proyecto de modernidad. Su profundización.

Planteamientos como los que hace Salazar, Grez, Pinto, entre otros, en el caso chileno, que giran en torno al rescate de la historia popular, con la intención de resignificar la lucha de un sector de la nación, que se ha mantenido al margen del diseño de su futuro, forma parte de propuestas que se encaminan a de-construir las “verdades” que tanta opresión han causado a nuestras poblaciones. Entender que el engaño “objetivo”, que forma discursos de dominación, puede ser efectivamente contrarrestado, resaltando que la subjetividad propia de quienes tratan de hacer historia, juega un papel fundamental, recordemos que: Toda afirmación acerca de los hechos es una interpretación de los mismos[5].

La “cuestión básica” en este tema, es que no queremos, ni mucho menos pretendemos llegar a una conclusión, por el contrario intentamos abrir el debate referente a estos temas, que visualizan en sí mismo un horizonte de luchas, en contra del sistema instituido. Partimos de la premisa que la historia es un proceso de construcción permanente, no hablamos de una historia. Hay un puente histórico que dejó por a un lado los elementos que subyacen debajo, arriba y a los lados de dicho puente. Historias que existen, que urgen y claman ser re-significadas.

Para finalizar, criticamos de inmediato nuestro propio texto, que no utilizó como fuente de sustento bibliográfico autores latinoamericanos. Ello no en balde, puesto que las categorías de de-construcción utilizadas por los autores citados, forman parte de lo que denominamos, nuevas formas de construir futuro cuestionando la historia “sagrada”, que a su vez se convierte en la mayor traba, para quienes plantean superar los dispositivos de saber-verdad. De dominación.

Somos sujetos históricos. ¿Cuál es nuestro proyecto?



[1] Foucault, Michel. Genealogía del Racismo. Colección Caronte Ensayos. Argentina. p. 52

[2] Veyne, Paul. Cómo se escribe la historia. Foucault revoluciona la historia. Alianza Editorial. Madrid. 1971. p. 14

[3] Ibídem, p. 32.

[4] En: Strauss, Leo y joseph Cropsey (Comp). Historia de la filosofía Política. Fondo de cultura Económica. México. 1993. p. 780

[5] Ibídem. p. 783

TERCER CAMINO A LA NACIÓN VENEZOLANA

¿EL ESTADO Ó EL PUEBLO?

Ante la grave crisis económica, institucional, social, política y de legitimidad que ya arropa a su gobierno, el Presidente Hugo Chávez ha ordenado suprimir los derechos humanos, civiles y políticos del pueblo venezolano. En ese sentido, a través de la Fiscalía General de la República, ha promovido un discurso jurídico según el cual la “seguridad del Estado” y la “estabilidad del gobierno”, constituyen fines más importantes que los derechos socio-económicos, humanos y políticos del pueblo en general.

Esta posición gubernamental es asumida en momentos en que el movimiento obrero nacional, afectado por el alto costo de la vida y la negativa a discutir sus contratos colectivos, único mecanismo valido para mejorar sus derechos laborales, debe ejercer su derecho constitucional a la huelga y a la manifestación pública. En igual situación se encuentra el movimiento campesino que ha sido excluido de todo proceso de dotación de tierras y, por lo tanto, de toda capacidad de producción.

También el pueblo indígena asume su derecho a la protesta para defenderse del despojo de sus territorios ancestrales como consecuencia del otorgamiento de concesiones mineras a favor de empresas multinacionales. Mientras que las barriadas populares deben manifestar diariamente en calles y avenidas para protestar por la carencia de viviendas, por la violación de los derechos humanos, por el alto costo de la vida, por la ausencia de servicios públicos, etc.

Por su parte el movimiento estudiantil se ve obligado a defender mediante justas protestas públicas el presupuesto y la autonomía de las Universidades. En términos generales: médicos, transportistas, periodistas, profesores, pequeños y medianos productores agropecuarios, etc., ejercen el derecho constitucional a la huelga y a la manifestación pública ante la pérdida significativa de sus derechos sociales.

Cabe preguntarse: Deben los obreros, campesinos, indígenas, habitantes de los barrios populares, estudiantes y el pueblo en general, renunciar a sus justas reivindicaciones sociales, económicas, culturales y políticas, para favorecer la estabilidad del gobierno y la seguridad del Estado?

La inestabilidad de un gobierno no tiene su origen en las justas aspiraciones populares expresadas a través de manifestaciones públicas, sino en la frustración de las expectativas que ese gobierno generó en el pueblo. En el caso de Venezuela la alta corrupción gubernamental, la grave violación de los derechos humanos, la entrega de nuestras riquezas y de nuestra soberanía económica a empresas multinacionales, las erráticas políticas económicas y sociales, ha conllevado a la pérdida de legitimidad del actual gobierno.

En otras palabras, podemos decir que la legitimidad de un gobierno depende de la satisfacción de las aspiraciones populares, lo contrario es la ilegitimidad. Es importante destacar que la legitimidad es más importante que la legalidad de origen del gobierno.

No otra puede ser la conclusión cuando analizamos el artículo 350 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según el cual el pueblo venezolano puede desconocer cualquier gobierno, autoridad o ley que vulnere los derechos humanos, entre ellos, el derecho a la vivienda, a un salario justo, a la tierra, a la vida, a la alimentación, al trabajo, etc.

Por su parte el artículo 5 constitucional, consagra que “la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución…”. Tanto la huelga como las manifestaciones públicas son formas previstas en la Constitución para ejercer la soberanía popular, de allí que es imposible considerar tales movimientos sociales como conductas delictivas.

Cualquier disposición del Código Penal, o de cualquier otra ley, que criminalice dichas expresiones de soberanía popular es inconstitucional y violatoria de importantes derechos humanos, en consecuencia, de conformidad con el artículo 350 constitucional debe ser desconocida.

Actualmente, el gobierno nacional criminaliza cualquier expresión de soberanía popular para restarle contundencia política e histórica a todo movimiento popular que reclame un programa de gobierno que afecte los intereses de los factores de poder que se benefician del vigente sistema político.

Podemos decir que se ha inaugurado un nuevo proceso constituyente originario y popular, en el cual los sectores populares, patrióticos, nacionalistas y progresistas confrontarán a los referidos factores de poder hasta lograr el desplazamiento de los mismos.

Todo hecho constituyente que se produzca en el marco de un proceso constituyente originario y popular es expresión genuina de la soberanía popular, en consecuencia, en tales casos debemos invocar el contenido del único aparte del citado artículo 5 constitucional, el cual establece que los órganos del Estado están sometidos a la soberanía popular, de manera, que un gobierno no puede mantenerse en el tiempo contrariando la soberanía popular. Sin embargo, como lo hemos dicho en otras oportunidades, sabemos que los factores de poder apelaran a la represión, al desconocimiento de los derechos humanos, civiles y políticos del pueblo con el propósito de lograr la “estabilidad del gobierno”.

¡¡LAS LUCHAS SOCIALES NO CONSTITUYEN DELITOS!!

¡¡HACIA LA GRAN HUELGA GENERAL!!

¡¡HACIA UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE ORIGINARIA Y POPULAR!!

Tercer Camino, septiembre 2009.

Pensamiento Binario

Eduardo Dermardirossian (Desde Buenos Aires, Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Una veintena de años transcurrieron desde que el mundo cambió su ingeniería de poderes y su geografía política, y un debate de grandes proporciones se ha instalado desde entonces en torno a las ideologías que dominaron el mundo durante los siglos XIX y XX. Nuevos actores aparecieron en la escena internacional. Unos enconos se apagaron y otros se encendieron al calor de los cambios y entretanto la ciencia, imperturbada, siguió prodigando hallazgos en las comunicaciones, en la biogenética, en la robótica y en cuanta disciplina ha abordado el hombre, achicando el mundo y poniendo al alcance de la mano lo que hace poco era inaccesible.

Y sin embargo algunos no han aprendido de estas cosas. Ataviados con viejos ropajes y enarbolando banderas que ya han sido arriadas, siguen edificando muros que separan a unos hombres de otros. Muros que separan a gentes que necesitan convivir e integrarse para resistir el embate de estos tiempos. La historia reciente y los cambios habidos parecen haber sido estériles para ellos.

Hoy quiero hablar del maniqueísmo y de la forma en que algunos reaccionan cuando sus ideas son controvertidas o sus acciones son observadas por quienes tienen otra visión de la realidad. Quiero hablar de esa insustancial simplificación de lo complejo que en términos pedestres llamo blanquinegrismo, de ese reduccionismo paleolítico que la estupidez humana ha traído hasta la modernidad. A propósito, dice Savater que la estupidez “es una categoría moral, no una calificación intelectual” porque “se refiere [...] a las condiciones de la acción”. Y se apresura a citar a Anatole France: “El estúpido es peor que el malo, porque el malo descansa de vez en cuando pero el estúpido jamás”.

Es, pues, preciso construir un sistema de pensamiento que nos permita ver los medios tonos y los matices variados de la realidad. Para ser protagonistas virtuosos de la historia tenemos que botar de nuestro espíritu todas las formas de intolerancia, de fanatismo, de maniqueísmo. Diversidad, multiplicidad y templanza son atributos que conducen a buen puerto cuando se acompañan con fervor, con alegría de actuar y con coraje.

Manes, pensador del siglo III

Heresiarca persa, sacerdote cristiano según unos, afecto a la medicina según otros, Manes ensayó el sincretismo entre las enseñanzas de Cristo y la religión de Zoroastro. Fundador de la secta de los maniqueos, postuló la existencia del bien y del mal como únicos principios creadores. Sin medios tonos y sin concesiones a la duda, consagró el radicalismo como forma de pensamiento.

Esa concepción dual del mundo y del hombre no explica la realidad como opósitos que se sintetizan en una resultante, sino como la perpetua e irreducible confrontación de los opuestos. Más cerca de Heráclito que de Hegel, Manes predicó ese rudimento conceptual.

¿Por qué, entonces, me remonté a aquel tiempo de la historia y a ese lugar del mundo? ¿Acaso la modernidad no ofrece suficientes casos de pensamiento dual? Ciertamente, el presente es pródigo en ejemplos, pero ninguno de ellos ha logrado acuñar un vocablo que lo nombre ni ha ilustrado con tanta justeza ese arcaísmo. Por eso traje este ejemplo multicentenario, para emparentar esta enfermedad de la inteligencia con su origen religioso, para mostrar la longevidad de nuestro desatino cuando planteamos las cosas en términos de todo o nada, de yo o el caos, de bueno o malo, de verdadero o falso. En suma, cuando desdeñamos nuestra condición de seres inteligentes cuyas capacidades no se limitan a discernir los opuestos, sino que pueden diferenciar matices y conciliar ideas.

La calidad del pensamiento y la calidad de la acción

La tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una valoración dicotómica anuncia una muy baja calidad de pensamiento, de la que no puede sino seguirse una baja calidad de acción. Se es bueno o malo, y entonces se hace el bien o el mal; eres mi amigo o mi enemigo, por lo que sólo puedo amarte u odiarte; profesas el liberalismo político o el comunismo, lo que te pone de mi lado o en mi contra, ocupas la misma porción de territorio que yo quiero para mí, y eso alimentará nuestro encono y nos llevará a la violencia, nunca a la mesa de negociaciones. Esta concepción maniquea de la realidad, cuando no admite concierto y transacción, deviene en intolerancia, en fanatismo, en fundamentalismos de diferente signo, y conduce a la discordia y al conflicto, quizá a la guerra. También conduce al propio enclaustramiento, a la segregación del otro y a la organización sectaria de las sociedades. Majadería travestida de valor y derechura, no es sino la forma más primitiva del pensamiento.

Siempre es útil teorizar sobre las cosas que nos conciernen. Más aún cuando las teorías casan con la realidad, porque entonces pueden iluminar el entendimiento. En este sentido, debo decir que veo con alguna preocupación nuestra manera de relacionarnos. Controversias atávicas que nacieron al abrigo de condiciones políticas que ya han cambiado, subsisten sin embargo, fruto de ese pensamiento dicotómico del que estoy hablando. Antiguas diferencias que los hechos nuevos sepultaron bajo los escombros siguen alentando rivalidades que, unas veces soterradas y otras veces no, desalientan a quienes tienen una visión más abarcativa de la vida. Maniqueísmos irreductibles que en algunos casos han trepado a la cabeza de las instituciones y que desalientan a quienes buscan una mayor integración social.

La realidad es policromática

Porque la realidad es multicolor y profusa, porque el hombre no se reduce a pensamiento y acción: también es vocación, anhelo, espíritu difuminado en el paisaje de la vida. Porque el conflicto es connatural del hombre y por eso precisa de la tolerancia y de cierta actitud benevolente para hallar cauces de solución. Porque aún en los asuntos que conciernen a los estados y a los pueblos, a veces fieramente enfrentados, es preciso atender a intereses políticos, económicos, culturales y de otro orden, para componerlos y encontrar soluciones más o menos permanentes. Es por estas cosas que veo con preocupación la tendencia de algunos a radicalizar el pensamiento, a exacerbar las diferencias y a dirigir la acción en un solo sentido.

No predico un relativismo conceptual ni un eclecticismo a ultranza. Tampoco ofrezco la blandura como sistema de vida o panacea de las controversias que afligen a los hombres y a los pueblos. Al contrario, propugno un sistema de pensamiento que quiebre el cascarón que asaz nos envuelve, para arrojarnos al mundo, a la vida, al aire fresco de la realidad siempre cambiante, para caminar vigorosamente hacia la solución de nuestros problemas a sabiendas de quiénes somos, cómo somos, qué lugar ocupamos en la fauna humana.

Las deposiciones de la historia

Historiar la evolución del pensamiento binario sería fatigoso para este autor y quizá también para el lector, pero no sería ocioso. Mostraría cómo las mayores desdichas de la humanidad son el producto de ese reduccionismo, cómo las guerras, los genocidios y las más crueles acciones vienen del fanatismo, de la intolerancia religiosa. El desdén por el otro, la discriminación y la violencia son las expresiones radicales del maniqueísmo, que se manifiesta bajo las especies del fanatismo, del fundamentalismo, del integrismo, en suma, de la intolerancia. Deposiciones malolientes de la historia que, sin embargo, pueden verse aquí y allá, en todas partes. Son cunas donde se arrullan las desventuras del mañana, guaridas donde acechan los usufructuarios de las mayores desdichas.

Hoy, cuando el mundo se achica día a día, cuando el intercambio y las comunicaciones nos acercan y tienden a abrir los claustros y abolir las diferencias, cuando la especie humana, tras construir torres de Babel en todo el planeta, pronto comenzará a derribarlas, los hombres debemos encontrar caminos que confluyan, paisajes que armonicen e intereses que puedan conciliarse.