Los dueños del sistema El poder oculto:
De donde nace la
impunidad de Israel
(IAR Noticias) 05-Junio-2010
Por Manuel Freytas (*) . manuefreytas@iarnoticias.com
La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes
no se gestan por miedo a Israel, sino por miedo a lo que representa el Estado
judío. Israel es el símbolo más emblemático, la patria territorial del sionismo
capitalista que controla el mundo sin fronteras desde los directorios de los
bancos y corporaciones trasnacionales. Israel, básicamente, es la
representación nacional de un poder mundial sionista que es el dueño del Estado
de Israel tanto como del Estado norteamericano, y del resto de los Estados con
sus recursos naturales y sistemas económico-productivos. Y que controla el
planeta desde los bancos centrales, las grandes cadenas mediáticas y los
arsenales nucleares militares.
A) El poder oculto
Israel, es la más clara referencia geográfica del sistema capitalista
trasnacionalizado que controla desde gobiernos hasta sistemas económico
productivos y grandes medios de comunicación,
tanto en los países centrales como en el mundo subdesarrollado y
periférico.
El Estado judío, más allá de su incidencia como Nación, es el símbolo
más representativo de un poder mundial
controlado en sus resortes decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y
conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes
industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo
trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Con una población de alrededor de 7,35 millones de habitantes, Israel
es el único Estado judío del mundo.
Pero cuando hablamos de Israel, hablamos (por extensión) de la
referencia más significante de un sistema capitalista globalizado que controla
gobiernos, países, sistemas económicos productivos, bancos centrales, centros
financieros, arsenales nucleares y complejos militares industriales.
Cuando hablamos de Israel, hablamos antes que nada de un diseño estratégico de poder mundial que
lo protege, interactivo y totalizado, que se concreta mediante una red infinita
de asociaciones y vasos comunicantes
entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los
países y gobiernos en gerencias de enclave.
El lobby sionista que sostiene y legitima la existencia de Israel, no
es un Estado en el lejano Medio Oriente, sino un sistema de poder económico
planetario (el sistema capitalista) de bancos y corporaciones trasnacionales
con judíos dominando la mayoría de los paquetes accionarios o hegemonizando las
decisiones gerenciales desde puestos directrices y ejecutivos.
Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes de
los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y bancos
transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el comercio
exterior e interior hasta los sistemas económico productivos de los países,
tanto centrales como "subdesarrollados" o "emergentes",
podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen judío.
Los directivos y accionistas de las primeras treinta megaempresas
trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el indice
Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.
Mega corporaciones del capitalismo sin fronteras como Wal-Mart Stores, Walt Disney, Microsoft,
Pfizer Inc, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel
Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, American International
Group, American Express, AT & T, Boeing Co (armamentista), Caterpillar,
Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera), General Electric, McDonalds, Merck & Co, Procter & Gamble, United Technologies,
Verizon, son controladas y/o gerenciados
por capitales y personas de origen judío.
Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes
consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby ejercido por
las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y condicionan la política
mundial y el comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales
oficiales o privadas.
Son los amos invisibles del planeta: los que manejan a los países y a
presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última generación.
Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de
comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales,
organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales, ONGs, tanto
en los países centrales como periféricos, se va a sorprender de la notable incidencia
de personas de origen judío en sus más altos niveles de decisión.
Las tres principales cadenas televisivas de EEUU (CNN, ABC, NBC y Fox),
los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The New York Times y The
Washington Post) están controlados y gerenciados (a través de paquetes
accionarios o de familias) por grupos del lobby judío, principalmente
neoyorquino.
Asimismo como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time y The
New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como Time-Warner (fusionado
con América on Line) o Yahoo, están controlados por gerenciamiento y
capital judío que opera a nivel de redes
y conglomerados entrelazados con otras empresas.
Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney
Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century Fox, entre
otros, forman parte de esta red interactiva del capital sionista imperialista.
La concentración del capital mundial en
mega-grupos o mega-compañías controladas por el capital sionista, en una
proporción aplastante, posibilita decisiones planetarias de todo tipo, en la
economía, en la sociedad, en la vida política, en la cultura, etc., y
representa el aspecto más definitorio de la globalización impuesta por el poder
mundial del sistema capitalista imperial.
El objetivo central expansivo de este capitalismo sionista
trasnacionalizado es el control y el dominio (por medio de las guerras de
conquista o de "sistemas democráticos)
de recursos naturales y sistemas económico - productivos, en un accionar
que sus defensores y teóricos llaman "políticas de mercado".
El capitalismo transnacional, a
escala global, es el dueño de los estados y sus recursos y sistemas económico-
productivos, no solamente del mundo dependiente, sino también de los países
capitalistas centrales.
Por lo tanto los gobiernos dependientes y centrales son gerencias de
enclave ( por izquierda o derecha) que con
variantes discursivas ejecutan el mismo programa económico y las mismas líneas
estratégicas de control político y social.
Este capitalismo transnacional "sin fronteras" del lobby
sionista que sostiene al Estado de Israel se asienta en dos pilares
fundamentales: la especulación financiera informatizada (con asiento
territorial en Wall Street ) y la tecnología militar-industrial de última
generación (cuya expresión máxima de desarrollo se concentra en el Complejo
Militar Industrial de EEUU).
El lobby sionista internacional, sobre el cual se asientan los pilares
existenciales del Estado de Israel, controla desde gobiernos, ejércitos,
policías, estructuras económicos productivas, sistemas financieros, sistemas
políticos, estructuras tecnológicas y científicas, estructuras
socio-culturales, estructuras mediáticas internacionales, hasta el poder de
policía mundial asentado sobre los arsenales nucleares, los complejos militares
industriales y los aparatos de despliegue militar de EEUU y de las potencias
centrales.
A ese poder, y no al Estado de Israel, es al que temen los presidentes,
políticos, periodistas e intelectuales que callan o deforman a diario los
genocidios de Israel en Medio Oriente
temerosos de quedar sepultados de por vida bajo la lápida del
"antisemitismo".
B) El lobby imperial
El lobby sionista pro-israelí, la red del poder oculto que controla
Casa Blanca, el Pentágono y la Reserva
Federal no rezan en las sinagogas sino
en la Catedral de Wall Street. Un detalle a tener en cuenta, para no confundir
la religión con el mito y el negocio.
Cuando se refieren al lobby sionista (al que llaman lobby pro-israelí)
la mayoría de los expertos y analistas hablan de un grupo de funcionarios y
tecnócratas, en cuyas manos está el diseño y la ejecución de la política
militar norteamericana.
A este lobby de presión se le atribuye el objetivo estratégico
permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y
geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de
EEUU.
Como definición, el lobby
pro-israelí es una gigantesca maquinaria de presión económica y política que
opera simultáneamente en todos los estamentos del poder institucional
estadounidense: Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias de la
comunidad de inteligencia, entre los más importantes.
Por medio de la utilización política de su poder financiero, de su
estratégica posición en los centros de decisión, los grupos financieros del
lobby ejercen influencia decisiva en la política interna y externa de EEUU, la
primera potencia imperial, además de su papel dominante en la financiación de
los partidos políticos, de los candidatos presidenciales y de los congresistas.
A nivel imperial, el poder
financiero del lobby se expresa principalmente por medio de la Reserva Federal
de EEUU, un organismo clave para la concentración y reproducción del capital
especulativo a nivel planetario.
El corazón del lobby sionista estadounidense es el poderoso sector
financiero de Wall Street que tiene directa implicancia y participación en el
nombramiento de funcionarios claves del gobierno de EEUU y de los órganos de
control de política monetaria e instituciones crediticias (nacional e
internacional) con sede en Washington y Nueva York.
Los organismos económicos financieros internacionales como la OCDE, el
Banco Mundial, el FMI, están bajo directo control de los bancos centrales y de
los gobiernos de EEUU y de las potencias
controladas por el lobby sionista internacional (Gran Bretaña, Alemania,
Francia, Japón, entre las más relevantes).
Organizaciones y alianzas internacionales como la ONU, el Consejo de
Seguridad y la OTAN están controlados por el eje sionista USA-Unión Europea
cuyas potencias centrales son las que garantizan la impunidad de los
exterminios militares de Israel en Medio Oriente, como sucedió con la última masacre
de activistas solidarios con el pueblo de Gaza.
Las principales instituciones financieras del lobby (Goldman Sachs,
Morgan Stanley, Lehman Brothers, etc) y los principales bancos (Citigroup, JP
Morgan y Merrill Lynch, etc), influyen decisivamente para el nombramiento de
los titulares de la Reserva Federal, el Tesoro, y la secretaría de Comercio,
además de los directores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
C) El mito del
"antisemitismo"
A este fenómeno de "poder capitalista mundial" judío, y no a
Israel, es lo que temen los presidentes, políticos, periodistas, e
intelectuales que evitan puntillosamente condenar o nombrar los periódicos
genocidios militares de Israel en Gaza, repitiendo lo que ya hicieron durante
la masacre israelí en Libano en el 2006.
La gran complicidad internacional con las masacres periódicas israelíes
no se gestan por miedo al Estado de Israel sino por miedo a lo que representa
el Estado de Israel.
No se trata de Israel, un Estado sionista más, sino del "Gran
Israel", la patria del judaísmo mundial (con territorio robado a los
palestinos), de la cual todos los judíos del mundo se sienten sus hijos
pródigos desperdigados por el mundo.
No se trata de Israel, sino de las poderosas organizaciones y
comunidades judías mundiales que apoyaron en bloque el genocidio militar de
Israel en Gaza, que utilizan su poder y "escala de prestigio"
(construida mediante su victimización histórica con el Holocausto) para
convertir en un leproso social al que se atreva criticar o a levantar la voz
contra el exterminio militar israelí en Gaza.
Los gobiernos del mundo capitalista, los periodistas, intelectuales,
organizaciones sindicales y sociales no le temen a Israel, sino a su lapidación
social como "antisemita" (mote que se le otorga al que enfrenta y/o
denuncia al sionismo judío).
No le temen al Estado de Israel, sino a los hijos de Israel camuflados
en los grandes centros de decisión de los poderes mundiales, sobre todo
económicos-financieros y mediático-culturales.
Los políticos, intelectuales y periodistas del sistema no temen a
Israel, sino que temen a los medios, organizaciones y empresas judías, y a su
influencia sobre los gobiernos y procesos económicos-culturales del sistema
sionista capitalista extendido por todos los países a escala planetaria.
En definitiva temen que las empresas, las universidades, las
organizaciones y las fundaciones internacionales sionistas que financian y o
promocionan sus ascensos y puestos en la maquinaria del sistema los declaren
"antisemitas" y los dejen sin trabajo, sin vacaciones y sin
jubilación.
Esa es la causa principal que explica porque los intelectuales,
académicos y periodistas del sistema
viven elucubrando sesudos análisis de la "realidad" política,
económica y social sin la presencia de la palabra judío o del sistema
capitalista que paga por sus servicios.
Si bien hay un grupo de intelectuales y de militantes judíos de
izquierda (entre ellos Chomsky y Gelman, entre otros) que condenaron y
protestaron contra el genocidio israelí en Gaza, la mayoría abrumante de las
comunidades y organizaciones judías a escala planetaria apoyaron explícitamente
la masacre de civiles en Gaza argumentando que se trataba de una "guerra
contra el terrorismo".
A pesar de que Israel no invadió ni perpetró un genocidio militar en
Gaza con la religión judía, sino con aviones F-16, misiles, bombas de racimo,
helicópteros Apache, tanques, artillería pesada, barcos, sistemas
informatizados, y una estrategia y un plan de exterminio militar en gran
escala, quien cuestione esa masacre es condenado por "antisemita" por
el poder judío mundial distribuido por el mundo.
A pesar de que el lobby judío sionista
que controla Israel, tanto como la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva
Federal de EEUU no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street, el
que lo critique es tildado de inmediato como "antisemita" o
"nazi" por las estructuras mediáticas y culturales controlados por el
poder judío mundial.
Las campañas de denuncia de antisemitismo con las que Israel y las
organizaciones judías buscan neutralizar a las críticas contra la masacre,
abordan la cuestión como si el sionismo judío (sostén del estado de Israel)
fuera una cuestión "racial" o religiosa, y no un sistema de dominio
imperial que abarca interactivamente el plano económico, político, social y
cultural, superando la cuestión de la raza o de las creencias religiosas.
El lobby sionista no controla el mundo con la religión: lo maneja con
bancos, trasnacionales, hegemonía sobre los sistemas económicos-productivos,
control sobre los recursos naturales, control de la red informativa y de
manipulación mundial, y manejo de los valores sociales a través de la
publicidad, la cultura y el consumo estandarizado y globalizado por los medios
de comunicación.
En definitiva, el lobby judío no representa a ninguna sinagoga ni
expresión racial, sino que es la estructura que maneja el poder mundial a
través del control sobre los centros económicos-financieros y de decisión estratégica del sistema
capitalista expandido como civilización "única".
Antes que por la religión y la raza, el lobby sionista y sus redes se
mueven por una ideología política funcional: el sionismo capitalista-imperial
que antepone el mercado, la concentración de riqueza, la "política de
negocios", a cualquier filosofía que roce las nociones del
"bien" o del "mal" entendidos dentro de parámetros
sociales.
Entonces: ¿De qué hablan cuando hablan de "antisemitismo" o
de "anti-judaismo religioso? ¿En qué parámetros referenciales se basa la
condición de "antisemita"? ¿Quién es antisemita? ¿Quién critica a los
judíos por su religión o por su raza en las sociedades del mundo?
A lo sumo, a los judíos, como está probado en la realidad social de
cualquier país, no se los critica por su religión o condición racial sino por
su apego excesivo al status del dinero (también cultivado por otras
colectividades) y a integrar estructuras o jerarquías de poder dentro de un
sistema injusto de opresión y de explotación del hombre por el hombre, como es
el sistema capitalista.
Salvo los grupos minoritarios de fanáticos y racistas que sólo se
representan a sí mismos, en las
sociedades (salvo el nazismo alemán y algunas excepciones) casi nunca
hubo "persecución religiosa o racial" del judío, si no que hubo una
asociación del judío con la "peor cara del capitalismo", representada
en el sistema económico-financiero especulativo.
En resumen:
El lobby sionista que protege al
Estado de Israel (por "derecha" y por "izquierda) esta
conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes
industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo
trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Sus redes se expresan a través de una multiplicidad de organizaciones
dedicadas a promover el actual modelo global, entre las que se cuentan
principalmente: The Hudson Institute, The RAND Corporation, The Brookings
Institution, The Trilateral Commission, The World Economic Forum, Aspen
Institute, American Enterprise Institute, Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen
Politik, Bilderberg Group, Cato Institute, Tavestock institute, y el Carnegie
Endowment for International Peace, entre otros.
Todos estos think tanks o "bancos de cerebros", reúnen a los
mejores tecnócratas, científicos y estudiosos en sus respectivos campos,
egresados de los las universidades de EEUU, Europa y de todo el resto del
mundo.
El lobby no responde solamente al Estado de Israel (como afirman los
analistas de la "cara derechista" de los neocons) sino a un poder
mundial sionista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado
norteamericano, y del resto de los Estados con sus recursos naturales y
sistemas económico-productivos.
El lobby no solamente está en la Casa Blanca sino que abarca todos los
niveles de las operaciones del capitalismo a escala trasnacional, cuyo diseño
estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y
consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se
reparten el planeta como si fuera un pastel.
Ni la izquierda ni la derecha partidaria hablan de este poder
"totalizado" por la sencilla razón de que ambas están fusionadas (a
modo de alternativas falsamente enfrentadas) a los programas y estrategias del capitalismo trasnacional que
controla el planeta.
Por lo tanto, y mientras no se articule un nuevo sistema de comprensión
estratégica (una "tercera posición" revolucionaria del saber y el
conocimiento) el poder mundial que controla el planeta seguirá perpetuándose en
las falsas opciones de "izquierda" y "derecha".
Y el lobby judío de "derecha" de los republicanos
conservadores seguirá sucediendo al
lobby judío "de izquierda" de los demócratas liberales en una
continuidad estratégica de las mismas líneas rectoras del Imperio sionista
mundial.
Y las masacres del Estado de Israel seguirán, como hasta ahora, impunes
y protegidas por las estructuras del sistema de poder mundial sionista
capitalista que lo considera como su "patria territorial".
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