Táctica y estrategia del etnocidio “revolucionario bolivariano”:
Demarcación sin territorio, criminalización y muerte a los luchadores indígenas.
José Quintero Weir
Lucha:
Decía el Viejo Antonio que, la lucha es como un círculo.
Se puede empezar en cualquier en cualquier punto,
pero nunca termina.
Subcomandante Marcos.
El pasado 12 de octubre se consumó lo que, desde hace tiempo denunciamos como parte de la estrategia etnofágica y etnocida del actual Estado-gobierno venezolano: el cuerpo ministerial de Chávez vino a entregar supuestos títulos a tres comunidades indígenas yukpa en la Sierra de Perijá, pretendiendo con ello, dar por saldado el proceso de demarcación de los hábitats correspondientes a este pueblo. Llama la atención la no presencia del Presidente Chávez en un acto esperado en la Sierra desde el año 2002, fecha en la que según disposición constitucional el Estado ha debido culminar el proceso de demarcación de todos los espacios territoriales indígenas del país; en su defecto, un enorme piquete de soldados cubrió el espacio del evento, supuestamente, para brindar seguridad a los Ministros (Interior y Justicia; Ambiente; de Pueblos Indígenas; entre otros funcionarios presentes), y que al menor asomo de protesta de las comunidades no favorecidas se activó de inmediato para aplacar sus abiertos reclamos. Se trató, en fin, de la acción a través de la cual los yukpa debían obligadamente aceptar la entrega de NADA.
Semanas antes se sabía que algo iba a suceder en el costado yukpa de la Sierra de Perijá. Por un lado, la Comisión Regional de Demarcación anunciaba la fecha de entrega de estos títulos pero dejando establecido que se trataba de estas tres comunidades: Aroy, Sirapta y Tinacoa, espacios en los cuales el gobierno ya había llegado a acuerdos con los hacendados que, de hecho, quedaron libres de ser tocados en el espacio otorgado a los yukpa que, podemos asegurar, se trata de montaña y piedras, nada de tierras cultivables que, quedaron legalmente aseguradas para los hacendados.
En este mismo periodo, de manera sincronizada y con acciones alternamente ejecutadas, comisiones ministeriales encabezadas por Diosdado Cabello (Ministro plenipotenciario de Chávez) y Tarek el Aisami (Interior y Justicia), entre otros, se dedicaron a hacer presencia en la región yukpa entregando bolsas de comida, prometiendo obras de infraestructura: liceos, escuelas, carreteras, hospitales y otros proyectos de producción agrícola y pecuaria para todos aquellos que aceptaran la entrega a ejecutar el 12 de octubre y, amenazando con acciones en contra, a todos aquellos que se opusieran. Al mismo tiempo, una Base Militar se construye en territorio yukpa sin demarcar, cuestión que fue protestada enérgicamente por los indígenas y que el mero Diosdado Cabello fue comisionado por el Presidente Chávez para sofocarla pues, la misma está vinculada a planes de los que hablaremos más adelante en este mismo artículo.
Por otro lado y, en este mismo contexto, la comunidad de Chaktapa y su líder Sabino Romero se han convertido en la piedra en el zapato de la horma “transnacional-chavista” ya que, ha sido esta comunidad la que no ha querido esperar a la demarcación gubernamental que, como perdona vidas, reconoce los espacios de vida a estos pueblos sino que, por el contrario, asumiendo su condición de sujeto histórico, decidió recuperar sus tierras ancestrales, ocupando y controlando como su territorio comunitario unas 6 haciendas. Para el Estado-gobierno de Chávez, las transnacionales mineras y los hacendados esta acción ha colocado a Sabino y su comunidad de Chaktapa como el enemigo a vencer y, por su atrevimiento, ha sido condenado a ser liquidado, no como un indígena que no se vende, sino como un vulgar ladrón de ganado, un criminal dispuesto a secuestrar y matar, alguien vinculado a fuerzas militares externas, enemigas del Estado-gobierno.
Así, el acto de entrega de tierras a los yukpa el 12 de octubre selló; por una parte, el proceso mediante el cual el Estado-gobierno de Chávez terminó de tragarse a una parte de las comunidades yukpa encabezadas por Efraín Romero de Sirapta y el cacique Olegario, dándoles vía libre para actuar en contra de sus propios hermanos de Chaktapa encabezados por Sabino Romero. La excusa: una denuncia de robo de ganado (120 cabezas) hecha por un hacendado ad hoc y de la cual se acusa de manera directa a Sabino Romero, el verdadero líder de la lucha por el territorio yukpa en la Sierra de Perijá.
Hoy, a la hora en que escribo estas líneas, Sabino está siendo rescatado de Chaktapa con tres heridas de bala propinadas por la gente de Olegario que, con apoyo de hacendados y del gobierno “revolucionario”, le atacaron, dándole muerte a uno de sus yernos, herido a dos de sus hijos y una nieta, mientras que otro de sus hijos se encuentra desaparecido. Todo esto, resultado de la gran táctica y estrategia de la “revolución bolivariana” para la demarcación de tierras y hábitats indígenas en la Sierra de Perrijá.
Por todo lo anterior, responsablemente denunciamos, que el Presidente Chávez sabía lo que iba a ocurrir. Por eso no asiste al denigrante acto del 12 de octubre. Denunciamos esto, por cuanto ya comenzamos a ver en los noticieros del Canal del Estado-gobierno informaciones en las que se busca confundir el origen de los hechos. Así como para corroborar los hechos, leemos o escuchamos confusas informaciones producidas por periodistas de la oposición tradicional y hacendados de Fegalago, justificando las acciones en contra de Sabino y la comunidad de Chaktapa, acompañando, paradójicamente, al Estado-gobierno en su política, públicamente ejecutada por sus dos principales Ministros: Diosdado Cabello y Tarek el Aisami. Denunciamos pues, que todo lo ocurrido y por ocurrir no es más que la ejecución de tácticas dentro de una estrategia política etnofágica y etnocida de un gobierno que continúa pretendiendo asirse al lenguaje y la vida de los pobres para permanecer en lo que sí le es fundamental: su poder.
Dentro de la estrategia de permanencia en el poder, Chávez ha optado por la continuidad de proyectos desarrollistas combinados con la explotación de minerales no tradicionales como el uranio que, se sabe, están presentes en la región yukpa de la Sierra de Perijá; por ello, el Estado-gobierno ubica allí una Base Militar protestada por los yukpa pero defendida, en nombre del Presidente, por Diosdado Cabello, como parte del proyecto Chavez-Irán de explotación de uranio. Al mismo tiempo, da rueda libre a otros proyectos mineros y asegura a los hacendados la legalización del despojo territorial a los indígenas.
En fin, ya basta de que honestos compañeros acompañantes de la lucha indígena continúen justificando a Chávez y culpando a su burocracia de las desatinadas políticas aplicadas en contra de los pueblos. Sabino no merece esa otra traición. El culpable es el culpable y, en este caso, no hay otro que Chávez, Diosdado Cabello y Tarek el Aisami. Estos tres personajes tendrán algún día que pagar por lo que le ocurra a Sabino Romero y a su comunidad que, a pesar y por encima de todo, sigue en pie de lucha pues, ellos decidieron que ese es su camino y el de todas las comunidades indígenas del país.
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